Tienes la cara cubierta de silencio,
las manos fundidas
limpiando un fango de años en la espera,
un dolor hecho sangre en la mirada,
un gemido callado que no sale
y se queda rezagado en las entrañas.
Hay alguien en cada esquina que no grita,
alguien que esconde lo que siente,
alguien acosando los momentos,
que lucha por vencer lo que no sabe,
que sabe de libertad y no la alcanza,
que pasea su impotencia por las calles
y no respira.
No,
no respira aunque se ahogue,
no respira.
La tierra se alarga interminable,
definitivamente muda sin matices,
oscura en su centro y sus extremos
y no llegamos nunca a recorrerla.
El cansancio nos hunde en la miseria y la impotencia.
Y no llegamos,
no, no llegamos.
Porque las piernas se olvidan de dar el paso.
El paso definitivamente frenado en la desidia.
Charo:
ResponderEliminarinercia e indiferencia es el peor de los males.
El silencio a veces es còmplice de la desidia.
Me alegra comentar nuevamente.
Besos enormes amiga
Hola Charo, sigo a tu lado. Esta vez acepta mi silencio.
ResponderEliminarUn abrazo
Sor.Cecilia
La desidia impide
ResponderEliminardar el primer paso.
Un gran poema.
Nunca deberíamos dejar que la desidia nos derrote.
ResponderEliminarUn abrazo Charo.
Conchi.
¿Has sentido alguna vez que habitas en un enjambre?
ResponderEliminarLa desidia es camino malo de andar, por ello es mejor dar rienda suelta a la palabra y comunicar alegría a los amigos compartiendo amistad y cariño.
ResponderEliminarUn abraciño,
Rosa maría Milleiro
kuşadası
ResponderEliminarmilas
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